Mi historia tras un año como freelancer
A punto de terminar mis estudios de Ingeniería Informática en la Universidad empecé un periodo de prácticas en una empresa de servicios de mi ciudad. No me pagaban demasiado pero aprendí bastante; había retos reales a los que enfrentarse. Después de unos meses, me contrataron y empecé a ganar un sueldo decente, suficiente para pagar el alquiler y vivir bien, independiente de mi madre y mi padre. En ese momento, empecé a sentir pasion por el desarrollo de software (desde entonces no he dejado de leer libros y hacer cursos online sobre ello).
Cuatro años después, me sentía estancado. Hacía lo mismo todos los días, desarrollaba el mismo tipo de productos usando el mismo stack tecnológico, por lo que sentía que no estaba aprendiendo. Necesitaba un cambio antes de empezar a odiar lo que hacía.
En aquel momento, tenía bastante confianza en mí mismo, en términos de conocimiento técnico, por lo que decidí hacer un par de entrevistas en grandes compañías como ThoughtWorks y Amazon. Me rechazaron en ambas.
No tenía demasiada experiencia en TDD y Pair Programming por lo que no pasé las entrevistas de ThoughtWorks. Aún no sé el motivo por el que no pasé la de Amazon 🤷🏻♂️. Supongo que mi algoritmo sobre árboles binarios balanceados no era lo suficientemente eficiente.
No voy a mentir, en ese momento estaba bastante triste por lo que decidí enfocarme en otro tipo de empresas: start-up. Hice un par de entrevistas en empresas de Londres pero no me convencieron. Poco después, en el Slack de la comunidad Valencia Tech Hub encontré finalmente el que sería mi siguiente empleo. Era una start-up pequeña, el producto estaba bien y la gente mejor aún. Allí aprendí bastante, tanto cosas técnicas como movidas de negocio y emprendimiento. Tanto que año y medio después me estaba planteando hacerme autónomo... o freelancer, que queda mejor 😎.
Tenía un par de colegas que eran autónomos y parecía que no vivían mal: tenían su propio horario, trabajaban en proyectos interesantes y descartaban los aburridos, y ese tipo de cosas. Yo tenía bastantes dudas y miedos: como gestionaría las facturas y contratos, cómo encontraría proyectos y, obviamente, si iba a poder asumir todos los gastos, impuestos, etcétera. Sin embargo, finalmente consideré que el riesgo no era tan alto. Podría buscar otro empleo rápidamente si las cosas se ponían feas. Por cierto, sonará a película, pero el libro Developer Hegemony de Erik Dietrich me ayudó a decidirme. No es un libro de autoayuda ni nada por el estilo. Trata sobre las estructuras corporativas y la economía moderna en la era del software. Lo recomiendo.
Una vez empecé mi aventura como autónomo, lo más importante era conseguir leads. Actualicé mi perfil de Linkedin y empecé a publicar cosas que pudiesen atraer a posibles clientes. Informé a todos mis contactos que estaba abierto a nuevos proyectos y me registré en las plataformas Freelancer y Malt. La realidad es que no pude, o no supe, conseguir demasiados proyectos a través de estas plataformas; me resultaba muy difícil tratar con clientes no técnicos que querían "un Airbnb para coches" o "una red social que integre lo que hace Facebook, Twitter y Linkedin". La mayoría eran particulares con un presupuesto muy bajo y con una idea no muy trabajada.
Muy pronto, conseguí un puesto como contractor en una empresa bastante conocida. Trabajaba por las mañanas, en remoto, y formaba parte de un equipo junto con otros empleados de la empresa. Estaba cómodo y los miembros de mi equipo eran unos profesionales de los pies a la cabeza.
Por otra parte, ayudaba a una startup con temas de infraestructura y Domain Driven Design, entre otros. Hicimos sesiones de Mob Programming, migramos todo el sistema a Google Cloud Platform y otras cosas muy chulas.
Durante ese tiempo me dí cuenta de que tenía dos opciones. La primera opción era trabajar con empresas donde pudiese aportar músculo en un equipo de desarrollo o asesoramiento tecnológico. La otra era buscar proyectos cerrados, para particulares o empresas, con una relación laboral más corta en tiempo. Después de mi experiencia con Malt y Freelancer, decidí que la que más se me ajustaba y más me motivaba era la primera. Para llevarla a cabo, era importante trabajar en una marca personal, ofrecer calidad y buenas prácticas. Es decir, ser un ingeniero de software y no limitarse a escribir código. Empecé a escribir algo más en mi blog, postear sobre tecnología y desarrollo en redes sociales y, por supuesto, seguí aprendiendo nuevas herramientas y metodologías.
Personalmente, trabajar por cuenta propia ha sido una decisión acertada en mi caso. Me permite llevar a cabo mis proyectos a mi manera y focalizarme en lo que de verdad me gusta. Con este post no pretendo animar ni desanimar a nadie a dar el paso para hacerse autónomo. Simplemente, esta es mi historia y si a una sola persona le puede servir de ayuda, me sentiré más que satisfecho.